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Entrevista imaginaria Anna Wintour: En ocasiones también es importante causar polémica

Actualizado: 3 feb 2021



Estaba comenzando el invierno, lo podía sentir en mis huesos con cada caricia que el aire de New York me da en mis mejillas. Apenas son las siete de la mañana y me encuentro sumamente reflexiva, quizá porque el encuentro que tendré me tiene un poco ansiosa.


Para llegar hasta aquí he viajado 32 años en el pasado, es 1988 y la ciudad de New York que conozco es bastante similar a la que veo en este instante, aunque por supuesto hay dos grandes diferencias, las Torres Gemelas siguen intactas y ni sospechan de su porvenir y la moda es diferente, sí que lo es.

Me he traslado hasta aquí, para encontrarme con esa leyenda de la moda que hasta este momento ni se imagina la forma en que los demás se referirán a ella en el futuro o capaz sí, no lo sé.


Llego al International Center of Photography Museum y en medio de los turistas que pululan de un lado a otro la veo allí, con su semblante sereno y tranquilo observando una de las tantas fotografías que cuelgan en las paredes.


Va combinada con piezas de Ralph Lauren, Prada, Chanel y Michael Kors, lleva un abrigo largo en compañía de un cinturón, con botas hasta las rodillas, prendas que suele utilizar en esta temporada del año. Me acerco a ella sin querer irrumpir en su reflexión.


Anna Wintour: la moda como una forma de autoexpresión y si todo es simple, elegante y de buen gusto, eso no cuenta como individualidad y personalidad - se voltea, me mira por unos segundos y luego vuelve su rostro hacia el cuadro – sabes... siempre trato de retarme al apreciar el arte, al ir al teatro, al viajar, al caminar por las calles ver lo que llevan puesto las personas y tener gente joven para contradecirme, que me cuenten sobre cosas nuevas y cuestionen mis elecciones.


Doy gracias porque es ella quien comienza la conversación.


Entrevistadora: es una visión muy justa sobre como apreciar el arte y la moda y es eso lo que han visto en ti supongo, es decir, ¿por qué crees que te han elegido para ser la directora creativa de Vogue?

Me mira con suspicacia lo que me lleva a pensar que capaz mi comentario ha sido fuera de lugar.


A: Desde pequeña mi padre fue un ejemplo de disciplina y seguridad, para mí siempre estuvo claro lo que quería y la gente en general responde bien ante quienes se muestran seguros de lo que quieren – de pronto como si fuera una decisión improvisada pero firme comienza a andar por la galería, le sigo el paso con cautela – Soy decidida y me gusta que las cosas se hagan rápido – apresura el paso dando fe de eso último – Si eso da la impresión de intimidación, lo lamento, pero lo hago con el afán de que las cosas se hagan.


En un instante me pierdo y me pregunto si esa era la respuesta que esperaba o si simplemente ante mí está esa mujer que tiene la habilidad de los políticos de responder solo lo que le gusta y desviar la conversación hacia donde se siente cómoda.


Salimos de la galería y caminamos en silencio por unas cuantas cuadras hasta llegar a un Starbucks donde pide un café mientras la espero en una mesa retirada de la multitud.


A: soy una persona de costumbres, eso quizás explique muchas cosas como el levantarme todos los días a las 5:00 am; luego voy a jugar tenis; siempre tomo café por las mañanas; llevo el mismo corte de cabello desde – hace una pausa como tratando de recordar desde cuando lleva ese estilo de peinado mientras se sienta en la mesa – en fin, has estado realmente callada – dice esto mientras le da un sorbo a su café y me mira queriendo indagar en mis pensamientos.


E: he estado tratando de grabar todo lo que me has dicho hasta ahora – miro hacia la ventana y veo como la nieve empieza a caer suavemente – Anna, ¿qué puedo hacer para entrar en la industria?, ¿qué debo hacer para trabajar en Vogue?


Se inclina un poco hacia atrás, cruza su pierna izquierda sobre la derecha y mira el humo salir de su vaso.


A: no llevas un total look negro, es una buena señal – dice en tono jocoso y sarcástico – aunque la verdad no es tu guardarropa quien hará tu trabajo, eres tú, así que no debes fingirlo, siempre debes ser tú misma – a pesar de que me mira directo al rostro dudo si devolverle la mirada porque a este punto sé de esos rumores que dicen que ¨odia el contacto visual¨.


E: supongo que necesitaré tu bendición para poder triunfar en la industria, ¿es lo que tratas de darme al notar mi atuendo? – contrataco porque mi vena periodística está empezando a latir y me urgen respuestas concretas.


A: necesitas tener una disciplina férrea, hoy en día es muy fácil hacerse famoso, pero no siempre es tan sencillo tener éxito, no te dejes seducir por la fama o el estrellato instantáneo – hace una pausa para inclinarse un poco hacia adelante – trabaja con un mentor, alguien a quien admires y tomate el tiempo para hacerlo bien, no te apresures; aprende sobre cómo funciona el negocio; tienes que forjar una carrera en donde puedas tener tu voz y usarla para ayudar, para crear una diferencia y sobre todo tener tu propia visión como los grandes diseñadores.


Recuerdo a un editor que una vez me dijo que a pesar de no ser escritora podía ver en mí algo especial, una visión diferente y que en algún momento yo sería quien les daría empleo – hace un gesto de gracia con sus labios- creo que acertó.


E: en ocasiones creo que soy mi propia juez, pero otras veces siento que hay un mundo afuera que espera mucho más de mí y que nunca estará conforme con lo que hago – menciono con un tono distante, sumergiéndome en mis sombras.


A: Si te preocupas por cada pequeña crítica, no te levantarás por las mañanas. Simplemente viene con el territorio – dice seria – estoy segura que dicen que soy fría, caprichosa, elitista, atemorizante, demandante, gélida, intimidante y quien sabe qué más – a lo que suelta una risa un poco seca, porque tiene un humor particular hacia las críticas a las que pocas veces responde.


Como también sé que existe ese otro grupo de personas que me consideran icónica, legendaria, influyente, genia, poderosa, importante e incluso han de creer que toda la industria depende de mí, pero simplemente eso tampoco es verdad, a veces solo tienes que ignorar parte del ruido para hacer tu trabajo.

E: ¿Qué si crees que eres? – insistí curiosa


Wintour con una escrupulosa educación me mira y responde: Amo mi trabajo, amo todo sobre él y no quiero sonar pretenciosa pero no pienso en el poder ni en lo que eso me trae; mi enfoque siempre ha estado en ayudar a otros y hacer mi trabajo.


Aunque también reconozco mi talento, mi creatividad y mi audacia, porque en la vida o sabes de moda o no- dice tan sutil que no da la impresión de que está diciendo una gran afirmación - pero también soy como una máquina de trabajo y de energía inagotable – proclama con su vigor característico – que en ocasiones sabe cuando poner mano de hierro en las decisiones que se toman, pero también se compromete e involucra con lo que dicen, sienten y piensan las personas para las cuales trabaja porque esa es la mejor recompensa, no la fama y definitivamente no el dinero rápido.


E: ¿En mundo en donde reinan los hombres has estado en desventaja?


Me mira con timidez y cautela, se levanta con calma de la mesa y esa es la señal de que nuestra estadía en este lugar ha culminado.


A: Estoy muy concentrada en mis objetivos y tal vez por mi claridad y mi concentración, no he permitido que eso me afecte, aunque sí creo que a veces ha habido un cierto nivel de crítica personal dirigida hacia mí que, posiblemente, no utilizarían en contra de un hombre en una posición similar a la que tengo – camina elegantemente por la calles de New York mientras las grandes construcciones nos van haciendo sombra al mismo tiempo que nos protegen del gélido viento.


E: ¿Tiene sentido que las mujeres nos hagamos escuchar, notar e incluso resaltar en cualquier ámbito?

Su mirada es fulminante, quizás mostrándome la obviedad de su posición, pero al mismo tiempo es inquisitiva como si quiera descifrar si detrás de mi pregunta hay algo más.


A: las mujeres están tomando el control y defienden lo que creen. Estamos en un momento de gran cambio – responde en tu tono amable a pesar de que su mirada sigue fulminándome - cuando hay tanto desprecio por la verdad y el valor, tenemos la obligación moral de defender lo que es correcto, no es un momento para no tomar una posición, hay que defender lo que crees y tienes que adoptar un punto de vista, hay que darles espacios a las voces de las mujeres en las que creemos.


E: las mujeres somos tan apasionadas y entregadas en cada cosa que hacemos, pero ¿realmente ves posible poder lograr el éxito laboral y amoroso en igual medida?


No voltea a mirarme, siempre ha guardado de manera muy celosa todo lo relacionado a su vida privada a lo que me comenta un poco distante: no puedo responder eso.


Seguimos caminando unos cuantos pasos antes de que ella se detenga y empiece a buscar en su abrigo sus míticas gafas color negro y en un movimiento audaz y rutinario, ya tenía puesto ese muro de contención entre el mundo que la rodeaba y sus pensamientos y en un segundo estaba dando vueltas en armonía con la puerta rotatoria y solo en ese momento me atreví a ver hacia arriba y reconocer que habíamos llegado a las oficinas de Vogue.



Tan pronto como entre en ese gran lobby empecé a ver como todo el edificio se acoplaba a ella, las personas aceleraban su ritmo, despejaban con elegancia y precaución su camino, era como si ella fuese la delantera del mejor equipo de fútbol y todos jugaran para ella, incluso el equipo contrario no se atrevería a hacerle resistencia, ella iría por ese gol y es justo en este momento en que me pierdo con mis símiles sobre el fútbol en el que recuerdo a ver visto una escena parecida en The Devil Wears Prada.


A: Hay algo en la moda que puede poner a la gente muy nerviosa – me comenta tranquila antes de que las puertas del ascensor nos den la bienvenida a una oficina con ese delicado y casi sublime aroma a nardos, sus favoritos, y a medida que nos adentramos en ese largo pasillo lo voy confirmando, puedo ver a Emily en una esquina, Andrea esperándola junto a la puerta de su oficina y a Nigel viniendo con unos atuendos sobre su antebrazo.


Una vez adentro puedo notar como su oficina tiene un aire de gentileza armónica que encajan a la perfección con la imagen de Vogue, el reloj marca las 8:00 am, puntual como siempre, pienso, mientras que Anna se sienta con tranquilidad y me invita a tomar mi puesto.


E: ¿Qué pensarías si te dijera que alguien puede hacer una película sobre ti? – la sensación de estar viviendo un flashback me embriaga por lo que se me hace imposible no hacerle esa pregunta.


Wintour por su parte tiene esta expresión en su rostro que me demuestra que le hace gracia: Creo que me sentiría agradecida porque de alguna forma estarían dirigiendo toda la atención sobre Vogue y la moda y eso es parte de mi trabajo – en ese momento entra quien creo que es Nigel y nos interrumpe para informarle que una de las reservaciones no ha sido aprobada y entonces, puedo ver a Anna en acción, se nota como está dispuesta a hacer que su voluntad se imponga y cambiar ese no por un sí.



Me pierdo en la conversación porque mis ojos han captado esa audaz, provocadora e icónica primera portada de Wintour donde colocó a una modelo con un suéter de pedrería de Lacroix y unos vaqueros de Guess, esta portada es considerada quizás una de las más innovadoras en toda su carrera – Lo siento – me dice mientras toma nuevamente su puesto, lo último que escuché es que ella se encargaría de hacer esa reservación y estamos nuevamente solas en la oficina - Me gusta estar encima de todo. Leer hasta el último pie de foto. He comprobado que la gente hace las cosas mejor cuando estás pendiente de los detalles todo el tiempo.


Quizás algunos piensen que esto es una pequeña dictadura donde quien tiene la última palabra es Anna, pero yo estoy más a favor de quienes la ven como esa monarca hacedora de otros reyes quien maneja la biblia de la moda y si Vogue es la palabra sagrada en la industria Wintour es Dios.


Aprovecho la ocasión para retomar mis curiosidades: ¿cómo ves tu trabajo en Vogue?


A: Vogue tiene que ser una autoridad, no puede ir demasiado por delante, ni tampoco demasiado por detrás. Hay que saber exactamente cuando traspasar los límites – hace una pequeña pausa porque algo en su agenda la distrajo – es un gran error – dice retomando la idea – que Vogue siempre sea de buen gusto y completamente perfecta, en ocasiones también es importante causar polémica.


E: ¿Y de qué manera crees que la revista puede afrontar este ritmo vertiginoso en el que vivimos sin perder su rumbo?


En estos momentos la editora es impenetrable, me gustaría poder leer su mirada: Bueno, creo que las distracciones son muy importantes y no hemos de olvidar que la moda existe, vive y respira a través del cambio. Hay muchas cosas que pueden afectar al mundo en que vivimos, y creo que, en cierto sentido, Vogue sigue siendo una especie de autoridad serena en medio de todo el ruido, cambiar es bueno.


Nos tomamos muy en serio los eventos que suceden en la industria, ya sea dentro o fuera de nuestro control, pero siempre tomamos una posición firme con respecto a ello – comienza a escribir algo en su agenda y me quedo en silencio reflexionando sobre lo que acaba de compartir – Por eso amo Vogue profundamente – eso último me ha llegado, pues me veo a mi misma diciendo exactamente esas palabras – ¡adelante! Puedo escribir y pensar al mismo tiempo, ¿sabes? – me dice invitándome a continuar mi pequeño interrogatorio.


E: al principio me mencionaste que debía desarrollar mi propia visión sobre la moda, puedo preguntarte, ¿cuál es la tuya?


A: Pienso que la moda trata sobre encontrar piezas que tendrán una larga vida, con las que las personas puedan conectar emocionalmente y con las que tendrán grandes recuerdos, ¡es un valor! – menciona entusiasta – es la búsqueda de ideas; de la creatividad en el caos; es la sensación de libertad y autoexpresión; la celebración de la comunidad, el amor por el teatro y por la moda – de pronto se levanta para luego recostarse muy delicadamente sobre el escritorio en una de sus esquinas – y mi trabajo es hacer que el mundo se enamore de la creatividad y la pasión por la moda, es ayudar a aupar a la moda a la categoría de arte.


Ese sagrado momento dura instantes antes de que una de sus asistentes irrumpa la habitación para anunciarle que dentro de breve tendrá una reunión, entonces, sé que es el final, es todo lo que podré obtener de esta enigmática mujer y comienzo a levantarme para despedirme cuando es Wintour quien me aborda esta vez.


A: al final nunca me dijiste que posición te gustaría tener dentro de Vogue o la industria – suena intrigada, es de esas preguntas indirectas que esperas que te respondan; pero entonces, Anna Wintour no regala mucho.


Me arme de valor y de vigor y me atreví a darle la misma contestación que, cuenta la leyenda, ella respondió cuando su editora Grace Mirabella la entrevistó y le realizó la pregunta de rigor acerca de qué trabajo deseaba, entonces respondí con total seguridad - el suyo – y le apreté la mano en forma de despedida, esperando que, con todos sus consejos, en unos años la profecía se cumpla nuevamente.


Me fui sin mirar atrás con esa imagen imborrable y fácil de reconocer a kilómetros de distancia, un corte de pelo bob con flequillo, sus grandes collares, un abrigo Prada en conjunto con un vestido con corte por debajo de las rodillas y sus gafas negras Chanel que le permiten defenderse ante aquellos que queremos deconstruirla; adivinar lo que está pensando; con las que puede estar vigilante e inescrutable y quizás ya son una parte de lo que es, en definitiva, un estilo consistente que es único para ella pero identificable para los demás.


Anna Wintour es esa representación glamurosa y sofisticada de una vestimenta poderosa y por eso Vogue necesita de ella, de su leyenda y hoy he aprendido mucho de ella.


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