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  • fashionfindout101

Hay una impostora en mí que me ha permitido crecer


Among Us fue un juego que se volvió popular en este tiempo de pandemia, incluso fuera del mundo virtual las personas hicieron sus propias versiones con juegos de bebidas o un juego de mesa, sin embargo, a lo que quiero llegar es la figura del impostor.

A pesar que no ha sido hasta este último año, donde el término ¨síndrome del impostor o impostora¨ se ha vuelto trendy, yo siento que he estado lidiando con mi impostora desde tiempos legendarios.


Y he hecho el ejercicio de sentarme y poner la película en reversa y pensar cuándo nació la impostora en mí o qué fue lo que la activo o le dio cabida en mi mente y la verdad es que no he llegado a ninguna respuesta concreta y no sé si algún día la tendré.


Lo que sí sé es que lidio con ella a diario, por horas, minutos o segundos, depende de cuán animosa se haya levantado y de cuánto entusiasmo tenga para tortúrame ese día.


También debo confesar que descubrir que no soy la única que habita con su impostor o impostora fue realmente consolador, puesto que de alguna forma pude derribar esa barrera que me hacía creer que era la única en el mundo pasando por ello.


Y aunque cada impostor tiene diferentes etapas en donde puede ser como ese amigo nube gris que no ve nunca el sol, hay otros días donde amanece como un pequeño dictador que está dispuesto a torturarte, pero a pesar de ello creo que cada uno tiene el impostor que cree merecer.


¿Y por qué digo esto? ¡Ojo! Lo afirma alguien que odia a su impostora en ocasiones y que hay días donde siento que soy su esclava y estoy a merced de su sed de odio y desmotivación, lo digo porque en estos últimos tres meses, porque sí ya pasó el primer trimestre del 2021, me he dado cuenta de que la impostora que vive en mí vino a enseñarme mucho.


Gracias a ella he aprendido que es imposible amanecer motivados todos los días, pero si es posible obligarse a dar aunque sea un paso diario por eso que decimos que queremos; es imposible no equivocarse por lo que la búsqueda de la perfección ya no es mi camino, por el contrario estoy aprendiendo a entender que el equivocarme implica una oportunidad de aprendizaje, de alcanzar una mejor versión de mí misma.


Los impostores de otros me han permitido ver que incluso un equipo de 5, 10, 20 personas puede que no hayan visto el error y lo sacaron a la luz y no pasó nada, que me equivoque yo, en esta aventura a la que llamo vida y en particular a este Road Dreams llamado Fashion Find Out donde yo soy la de las ideas, la productora, la escritora, diseñadora, community, editora, etc., está bien y no pasa nada, al menos de mi trabajo no depende la vida de nadie, por lo que un error que cometa no matará a nadie.


Que en los errores hay oportunidades de innovar o de reírse y que siempre, siempre hay que decirse, ¨tranquila ya pasarᨠy seguir.


He aprendido que la ansiedad y el miedo no me pueden paralizar, al menos no de forma tan frecuente como antes, que hay momentos en donde hay que levantarse y decirle a ese impostor, (me disculpan la expresión), ¡Jódete! Y seguir, seguir con todo y el vértigo que puedas sentir.


Mi impostora es doña perfección y si fuera por ella yo no viviría básicamente, porque hasta que todo no estuviese perfecto no haría nada más, pero ¿cuándo algo alcanza su punto de perfección? ¿Cómo se mide ese nivel? ¿Quién es el encargado de decirte que ya llegaste? O mejor, ¿cómo llegas a esa versión mejorada de ti o de tu trabajo si no vas haciendo pequeñas acciones para lograrlo?


Llámenme loca o mejor a mi impostora, pero descubrí que ella pensaba que era mejor no intentar las cosas hasta que todo estuviese perfecto, como si de pronto un día no tendría la imagen, el escrito o la voz que deseará y me fuese a dormir y en la mañana siguiente por acto de magia todos los dones o habilidades estuviesen a mi disposición.


Gracias a ella entendí que lo que puede ser fácil para mí para otros puede ser sumamente complicado y viceversa, por lo que ahora intento no enjuiciar los procesos de los otros y sobre todo estoy en la ardua tarea de reconocerme mis logros, mis habilidades y esas cosas que se me dan bien.


Y no, ojalá hubiese nacido con un ego tremendo que me permitiese siempre sentirme orgullosa de mí, por el contrario, mi impostora ha sido tremenda y siempre me ha recordado todos mis defectos o esas cosas que me faltan por alcanzar, diciéndome a mi misma que: NUNCA SERÉ SUFICIENTE.


Que equivocada que estábamos ambas, porque he logrado entender que soy suficiente, sí lo soy, soy suficiente para la Katherine que necesito ser hoy y mañana lo seré para esa otra versión de mí y es que lo he sido a lo largo de mi vida y quizás hay que entender que en realidad nunca dejamos de ser niños, que siempre estamos aprendiendo y que si adoptamos esta actitud de ver el error y las posibilidades de aprendizaje, podríamos soltar ese látigo que nos quiere oprimir en un aparente miseria.


Entonces sí, hoy le dedico este escrito a mi impostora, porque gracias a ella he podido trabajar en mí y mis viejas creencias, gracias a ella me mantengo crítica y me cuestiono, gracias a ella estoy aprendiendo a poner límites con ella, conmigo y con los demás, básicamente debo darle las gracias por ser esa fiel compañera.


Pero algo debe saber mi impostora y es que yo soy lo suficientemente competitiva como para dejar que ella gane este juego y aunque seamos eternas rivales, al final ganaré yo y eso es suficiente.


Hoy gané yo mi querida impostora, mañana puede que ganes tú, pero al final recuerda que este campeonato lleva mi nombre así que me despido de ti y de aquellos que me han leído hasta aquí – La editora.

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